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"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos"   SURda

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21-02-2014

 

 

 

 

 

Uruguay

COMO EN EL VALS: ?Soñar y nada más?

 

 

 

 

 

 

SURda

Opinión

c.e.r.


"Mentira, mentira, yo quise decirle, las horas que pasan, ya no vuelven más, y así mi cariño y el tuyo enlazado, son solo un fantasma del viejo pasado, que ya no regresa ni regresará”

 

Volver a la cantinela del “viejo MLN-Tupamaros”, de su pasado de militancia heroica y esforzada, de tantos y tantas compañeras sufridas y luchadoras sacrificadas inútilmente, por una dirección traidora, es un tema que una y otra vez – cada tanto tiempo- se instala . Es un poco como la ilusión “del paraíso perdido”, mítico.

En realidad con el misticismo, vamos para atrás, no alumbramos presentes.

Somos un país pequeño, de escasa población, con predominancia urbana y con peso social de las capas medias. El mundo –y pensamos fundamentalmente en América Latina- nos impone escalas geográficas y demográficas tremendas. En ese nuevo monólogo monotemático colectivo “del futbol” el tema se visualiza, se refleja, a toda cabalidad. “Queremos querer, pero no podemos poder” dijera Zitarrosa.

Ricardo Ferré, desde el este uruguayo, ha lanzado recientemente un artículo, lo hace en vísperas electorales lo cual debería alertarnos, porque echado “el ruido” al ruedo, conviene apelar a la prudencia y a la desconfianza. ¿Qué hay y quién, (quiénes) están detrás del ruido? Es lo primero.

¿Qué buscan?, es lo segundo.

El “viejo MLN-Tupamaros” fue , digámoslo claramente, para definir campos tajantemente.

Fue lo más alto que fue capaz de producir la izquierda uruguaya en cierta coyuntura histórica que ya no existe más.

Se nutrió además de lo más esclarecido de esa izquierda. De cada pueblo un paisano, provenientes de esa izquierda. Se forjó así la hipótesis de la “guerrilla urbana” como se ha encargado de señalarlo expresamente en un librito memorable (y lamentablemente agotado) Jorge Torres (“ Con la derrota en la mira ”). Convendría desenterrarlo y reeditarlo. Y convendría reflexionar sobre sus palabras, particularmente las de la segunda parte, que son las ferméntales (1)

Y señalemos algo más: aquí no nos encontramos solamente ante la traición (y las macacadas después, de algunos). Aquí nos encontramos con las carencias y debilidades nuestras . Y el que no empiece (personal y colectivamente) por interrogarse a fondo, sin concesiones y sin disculpas, está perdido.

El asunto, no es, no puede ser , el “vamo arriba” de nuestra juventud.

Digamos más, aquel “vamo arriba” manifestaba el amplio nivel colectivo de la militancia, que a su vez, seguía un pensar mucho más meditado y profundo de otros que fueron los que lanzaron las ideas, en la crisis. Aquella, de la coyuntura.

Es difícil, pergeñar unas líneas sobre aquel pasado de fraternidad heroica, con tanto compañero y compañera ido, sin que pasen como una niebla ante nuestra memorias sus queridos rostros, su devoción a la causa, su fraternidad inestimable, sus sacrificios, sus heroísmos. Particularmente, lo que dejaron en nosotros.

Es difícil, porque al lado de ellos, se levantan las evocaciones de otros (que no eran las lamentables sombras que son ahora) y que andaban entreverados. Ocupan además, altos cargos de gobierno.

Todo el proceso –desde 1985 a los momentos actuales- se realizó a través de instancias democráticas: Simposios. Congresos, actos públicos, activos de militantes, congresos, etc., etc.

Cada paso se dio con aprobaciones. Incluso los más aberrantes: los pretextos para las negociaciones con la Inteligencia militar, los encuentros secretos con personeros calificados de los mismos que no representaban solamente alguna o algunas logias. Representaban la institución militar como tal

De la misma manera los procesos internos de investigaciones de militantes que terminaban por el manoseo en el apartamiento de los mismos y fomentaban por solidaridad elemental “el goteo”. Todos esas verdaderas ilegalidades que no estaban apoyadas en el estatuto organizativo original, contaron además con la aprobación de los más (se desembarazaban de rivales y competidores) y no puede mostrarse el resultado final de todas aquellas “investigaciones”. Consumada la canallada se ha visto después a los “investigadores responsables” darles un abrazo a sus víctimas sin problemas de conciencia

Es sobre la tolerancia de todas estas ilegalidades, abusos de funciones, verdaderos atropellos y fechorías que se fue procesando la promoción de favoritos, el perdón a delatores, “quebrados” y “ortivas”, la promoción de los mismos, las combinaciones de las cúpulas, la formación de grupos de poder, que incesantemente se recomponían dando lugar a otros nuevos e, inclusive, a la formación de una nueva base social, en sustitución de la militancia antigua

Este proceso se ha profundizado, consolidado y el acceso al gobierno ha permitido solidificarlo con cargos públicos de confianza, parlamentarios, comunales o departamentales y hasta ministerios gubernamentales entre varias otras variables del arte de corromper repartiendo achuras de la res pública.

Todas estas cuestiones, estuvieron acompañadas y acompasadas con formulaciones nuevas programáticas desde la “refundación nacional” hasta el presente. No fue un proceso impuesto, fue un proceso aceptado. Votado en todas sus etapas, acompañado y hasta defendido.

Así hemos llegado a la etapa actual, en la que todas estas cuestiones se han agotado en sí mismas.  Se tiró demasiado “la pelota pa lante” y al final, se acabó la cancha.

A la vista está la gigantesca obra de destrucción realizada. Y la misma está jalonada con el surgimiento de varias nuevas siglas organizativas: MPP (devenido en eme-Pepismo, el CAP-“libertario” y quién sabe lo que nos deparará el futuro (que en embrión hay varios).

Es un hecho comprobar que a la militancia le robaron su organización, pero se la robaron ante el silencio colectivo. Y el que calla otorga

No importa ya si hubo elementos lúcidos (que los hubo) que vieran el proceso. Lo importante es que no pudieron salirle al paso, enfrentarlo, conjurarlo y que la inmensa mayoría se conformó con la protesta puntual, el pataleo…pero nada más.

Como todas estas cuestiones sucedieron en un proceso mayor de 25 años, las diferentes fases del fenómeno están registradas: artículos periodísticos, reportajes, polémicas, libros, interpretaciones y un largo etc. que permite su reconstrucción y seguimiento. Las “chacras” que denunciaba un “histórico” como Maneras Lluveras, están allí, las cartas de renuncia de destacados militantes y sus fundamentos también están allí y algunos –muy pocos- las ha seguido pretendiendo armar una interpretación del calidoscopio, interpretar el rompecabezas, tender un hilo de Ariadna en el laberinto.

Hoy todo aquello ha pasado. Las pasiones y las ambiciones. Inclusive las espúreas de aquellos que se acordaron de protestar cuando fueron desplazados, cuando no sirvieron más o no supieron plegarse y maniobrar oportunamente con la velocidad de reflejos que lo hicieron antes. Ahí anda el Sr. Marenales que acompañó todo aquello y hoy en su vejez, se reúne con sus contertulios y a un paso del sepulcro, nos da a conocer “Su Biblia” (y los estudios del cristianismo (¡!!??) en el que se ha refugiado con algún seguidor ocasional). Del marxismo retrocedió al misticismo!!! Valiente paso hacia atrás!!!

Otros han encontrado en Sendic un ancla salvadora tardía, ( en vida renegaron de él ) y después de muerto han hecho su apología mentirosa. Hay, como se vé, de todo en la viña del Señor.

Es en este marco, al que hay que sumar l a pincelada electoral que también es reveladora (porqué no antes?) que surge la carta interrogadora de Ferré.

Y empieza, desafortunadamente, mal. Lo “tupamaro” no es antimilitarismo vulgar.

No es tampoco ser “criollo rebelde” y mucho menos se condensa en el término “liberación nacional” (que hoy abría que discutir mucho a la luz de la experiencia). No es tampoco meramente “anti-imperialismo”.

Eso es, para decirlo con palabras de ahora, un mero “reduccionismo”. Ni siquiera de los más afortunados.

Se luchaba en un momento de crisis, con las armas en la mano, haciendo “propaganda armada” (y apartándose del parlamentarismo, en el que después, ahora, se recayó) a efectos de forjar una herramienta que permitiera pasar rápidamente al experimento de una sociedad que superara el capitalismo dependiente e instaurar el socialismo.

De aquel “socialismo” teníamos también una visión difusa, era más bien un estatismo, que posiblemente en caso de triunfar no nos hubiera ahorrado, los problemas que otros padecieron aplicándolo sobre una sociedad entera. El socialismo no era meramente estatizar.

Más aún, después supimos, no era posible entonces, que a ese “socialismo” del cual no escaparon ni los yugoeslavos, ni los chinos, ni los cubanos (hablamos de revoluciones con pueblo en armas y no de regímenes que llegaron en los “furgones de cola” del Ejército Rojo a la Europa del Este), aquel “socialismo” que venía de concepciones que habían florecido en Alemania, en tiempos de la Primera Internacional, con Ferdinand Lasalle; Marx y Engels se apartaban y deslindaban campos con premura. El “socialismo burocrático” que Lasalle quería imbuir en Bismark!!!, les merecía el nombre de “socialismo cuartelero” . Y sobre aquel “socialismo cuartelero” del cual abominaban, se burlaban y combatían, las vicisitudes de la historia hicieron que se encarnara en forma de “socialismo real” . El resto de la historia la conocemos todos.

Volvamos ahora a esta nuestra sufrida “tierra purpurea”, esta “banda norte” del Plata, el “paisito” y “la tacita del Plata” de nuestros compatriotas del “medio pelo”.

Hace tiempo que somos escépticos y hasta combatimos cierto “artiguismo” y ciertas “patrias grandes” que nos parecen más consignas de vieja data, que instrumentos que nos sirvan para alumbrar futuro.

El Uruguay del 2014 no es el Uruguay de 1811. Cuestión obvia como pocas.

Remontarnos al pasado –como hacen algunos- y hasta poner los ojos en blanco en alocuciones nostálgicas no nos sirve para fijar un rumbo hacia el futuro.

Creemos que los que se empecinan en la cuestión andan medio “al cuete”. O son aviesos, o andan buscando un clavo del cual asirse, porque no tienen mucho para decir o para argumentar.

Hubo un tiempo (década del 50 al 60) en que la izquierda hubo de disputar la hegemonía de la historiografía burguesa nacional. Lo hizo ante los excesos acomodaticios de una intelectualidad cómplice de los elencos gobernantes blanqui-colorados y la comparsa de intelectuales de ocasión que los acompañaban y les daban sustento “ideológico”.  Eran los tiempos del Artigas “santón de la espada”, “demócrata polivalente y hasta reversible” y quién se acuerda ahora de tantas boberías de entonces.

El marxismo, o las influencias marxistas, mostraron que las luchas del pasado se inscribían en las luchas de clases universales. Detrás de los heroísmos, había hombres de carne y hueso, humanidad sufriente, explotados que se hacían fuertes con las armas en la mano. Artigas, en aquellos albores, nos representaba. Y el Artigas aquel, podía estar en pancartas y murales al lado de un Fidel o  de un Lumumba. La burguesía dependiente y toda su cohorte intelectual pusieron el grito en el cielo.

 La disputa entraba en el terreno de lo ideológico, los “malos orientales y peores americanos” eran parientes cercanos de la “oligarquía” terrateniente y explotadora que con sus latifundios improductivos nos cerraba el porvenir posible.

Siguieron desde “la independencia”, pasando por las guerras civiles, el “militarismo”, hasta la última guerra civil (1904) aumentando “sus campos” con las tierras públicas, alambrándolas y provocando los “pueblos de rata”. No les costó nada, hizo su riqueza y creó el pauperismo rural y el éxodo del campo hasta nuestros días. Después se santificaron como “fuerzas vivas”, “sector dinámico”, talentosos “empresarios” agrarios. Cuando cambiaron sus paradigmas, del “nacionalismo” al “neoliberalismo” actual.

La izquierda, sin embargo, siguió con las muletillas de hace 50 años. Añorando un tiempo mítico que no volverá. Que habrá que conquistar.

“Los más infelices, serán los más privilegiados” en el tiempo futuro, si son capaces de hacer y conquistar “la felicidad pública”. Digamos las cosas como son.

Permanecer aferrados y repetir cosas viejas es posiblemente útil, a veces necesario en la política práctica siempre y cuando sus impulsores no pierdan de vista lo central: lo que era aceptado hace 50 años debe ser revisado periódicamente a la luz de los cambios e investigaciones producidas, que en el caso del “artiguismo” son legión. Y en cuanto al país real en el que vivimos ni hablar. Los que no lo hagan, se aferran al pasado mítico, a lo que fue, y en ese sentido sus “verdades” de entonces, se convierten hoy en frutos estériles . Palabrerío que nada dice. No es repitiendo poses de 1968 que interpretaremos mejor todos los cambios que han devenido desde el 85 al presente.

Largo ha sido el camino de esa izquierda, muchos sus pasos en falso, muchos sus sectarismos y errores, muchos los olvidos y las traiciones. No vale la pena negarlos. Están ahí y presente para todos los que miren con los ojos abiertos el presente.

¿Cuál fue el paso más avanzado de nuestro pueblo trabajador, de las capas medias? –Fue la ruptura del bipartidismo tradicional. Ahí clavamos un jalón y las fuerzas o las circunstancias no dieron para más.

A partir de su concreción política, en el 2004, nos estancamos y volvimos a retroceder. Soberanos, no podíamos controlar a nuestros “representantes”.

Dos veces lo intentamos, con el Sr. Tabaré Vázquez y con el Sr. José Mujica. Comprobamos hasta la saciedad que “el gobierno popular” o la supuesta “democracia avanzada” se agotaba rápidamente en caminos trillados, un verdadero callejón sin salida, del cual nos dieron respiro (y engaño) la misma coyuntura internacional, que en otro momento prohijó el optimismo del “neo-batllismo”.

Cambios, en realidad no ha habido, estamos con lo impuesto en su momento por Amézaga (los Consejos de Salarios), con las reformas burguesas cosméticas que otros habían señalado y avizorado ante el conservadurismo tradicional de nuestra burguesía dependiente y sus elencos políticos cada vez mas derechizados (el derecho al aborto, el salario rural instituido, , los derechos a la diversidad sexual, y algunas otras “novedades” más, algunas discutibles en alto grado).

Lo demás lo hizo una coyuntura, de esas cíclicas, que alientan los mercados internacionales. Suba de precios de las materias primas, las ahora denominadas “commodities”, el aumento de los precios de la tierra, la posible (y temible) minería a cielo abierto, el mega puerto oceánico y la Regasificadora. Si logran concretarse, porque la desconfianza es mucha y es colectiva, social.

En esa coyuntura actual, es que algunos levantan la “identidad” tupamara.  Se equivocan de medio a medio, porque la supuesta “identidad” no existe más . Como no existe la identidad “comunista”, la “socialista” y algún otro híbrido más que por allí anda “en las vueltas” hasta con candidato presidencial femenino.

A todas esas “identidades” las liquidó el tiempo. Y no son las únicas en crisis. ¿Dónde está “la identidad” de los denominados “partidos fundacionales”? –Les pasó por arriba el tiempo.

El colectivo social, particularmente las nuevas generaciones, no deben pensar en ellos. Borrarlos de su futuro, como para luchar contra la dictadura –cuando no estaban, porque estaban presos- se siguió para adelante sin ellos. Sin ellos, se estructuró la resistencia primero (después del 79) y después el enfrentamiento sordo y colectivo, masivo, que termino, caceroleadas y plebiscito mediante con la burocracia estatal del uniforme. Esos de “botones de oro” que cantaba El Sabalero.

Dijimos al comienzo de este artículo, que el “viejo MLN-Tupamaros” fue. Nadie espere nada de ellos, como colectivo , porque colectivo no hay. Hay identidades, algunas luchan y otras hacen teatro y se muestran. La mayoría está para las actividades sociales intrascendentes, las comidas “de buseca” y el resto.  Algunos aprovechan las oportunidades para sacar a relucir sus viejas medallitas, les sacan lustre, se las ponen en la pechera y vuelven a su rincón huérfanos de ideas. Algunos- la ínfima minoría- luchan, piensa, pero se les va la vida.

Los jóvenes, deberán abrir otros caminos. Como en nuestra juventud –con errores múltiples y algunos aciertos- abrimos nuestra melga en la tierra. Algunos nombres y la gesta quedarán en la memoria del pueblo, más allá de las tristes sombras que hoy se pavonean en la cumbre. Hemos vivido lo suficiente, para ser completamente optimistas al respecto. Pero insistimos, repetirse es imposible.

Con esa intención hemos escrito estas líneas.

No son de diatriba al nuevo compañero Ricardo Ferré (ni al colectivo Patria Grande), porque todos los aparceros debieran ser bienvenidos. Acierten o se equivoquen, lo que vale es la intención.

Señalamos a lo más, algunas verdades de a puño con las que se encontrará más adelante en el debate.

Artículo tomado de: postaporteñ@ 1117 - 2014-02-20 06:23:28


 
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